Marisa quiere adelgazar. Empieza la dieta X. Cada mañana se sube a la báscula. Si ha adelgazado con respecto al día anterior, se permite una sonrisa y atribuye el resultado al éxito de la dieta. Si ha engordado, lo considera una fluctuación normal sin importancia y lo olvida. Durante meses vive la ilusión de que la dieta X funciona, aunque su peso permanece más o menos constante. Marisa es una víctima del sesgo de confirmación, de una forma inofensiva de este.
El sesgo de la confirmación es la madre de todos los errores de lógica:
Tendencia a interpretar la información nueva de forma que sea compatible con las teorías, ideologías y convicciones que tenemos
Descartamos las nuevas informaciones que contradicen nuestras opiniones previas.
Los hechos no dejan de existir solo por obviarlo- Aldous Huxley
Esto es peligroso. Sin embargo, hacemos precisamente eso. También lo sabe el gran inversor Warren Buffett: «Lo que mejor sabe hacer la gente es tamizar la nueva información para que las opiniones existentes permanezcan intactas» Es muy posible que Buffett precisamente por eso tenga tanto éxito, porque es consciente del peligro del sesgo de confirmación, y se obliga a pensar de forma diferente.
Charles Darwin, desde su juventud, se había preparado para combatir sistemáticamente el sesgo de confirmación. Cada vez que sus observaciones contradecían sus teorías, se las tomaba especialmente en serio. Siempre llevaba consigo un cuaderno de notas y se obligaba a anotar las observaciones que entraban en contradicción con sus teorías en un plazo de 30 minutos. Sabía que el cerebro «olvida» las pruebas refutatorias a los 30 minutos. Cuanto más firme consideraba una teoría suya, más activamente buscaba observaciones que la contradijeran. ¡Bravo!
El siguiente experimento muestra cuánto esfuerzo entraña cuestionarse las propias teorías.
Un profesor presentó a su alumnos la serie de números 2-4-6.
Tenían que averiguar la regla que confirme la serie que el profesor había escrito al dorso de una hoja. Los sujetos de ensayo debían dar el siguiente número de la serie, a lo que el profesor respondería
Concuerda con la regla
No concuerda con la regla
Podían decir tantos números como quisieran, pero solo podían adivinar la regla una vez. La mayoría de los estudiantes dijeron «8», el profesor respondió «concuerda con la regla». Para asegurarse, probaron con «10», «12» y «14». El profesor respondió cada vez «concuerda con la regla», de lo que los estudiantes extrajeron una sencilla conclusión:
Entonces la regla dice: suma 2 al último número.
El profesor negó con la cabeza: «Esa no es la regla que está al dorso de esta hoja.»
Un alumno realizó la tarea de forma diferente. Probó con «4». El profesor dijo: «No concuerda con la regla» «¿7?» «Concuerda con la regla.» El alumno siguió intentándolo un rato con números diferentes: «- 24», «9», «- 43». Cuando ya no pudo encontrar ningún contra ejemplo más, aseguró:
La regla dice: el siguiente número debe ser mayor que el anterior.
El profesor dio la vuelta a la hoja y eso era lo que ponía. ¿Qué hizo diferente? Mientras que sus compañeros habían querido confirmar su teoría, él intentaba refutar la suya… y buscaba la prueba refutatoria muy conscientemente. Caer en el sesgo de la confirmación no es un pecadillo intelectual.
La necesidad de confirmar lo que pensamos
Todos estamos obligados a formular teorías sobre el mundo, la vida, la economía, las inversiones, las carreras, etc. Sin suposiciones no se puede hacer. Pero cuanto más vaga es una teoría, más fuerte es el sesgo de confirmación. Quien va por la vida con la idea «las personas son buenas», encontrará suficientes confirmaciones para esa teoría. Quien va por la vida con la idea «las personas son malas», también. En ambos casos, el filántropo y el misántropo, tamizarán las «pruebas refutatorias» y obtendrán toneladas de confirmaciones de su punto de vista.
Los astrólogos y los expertos en economía funcionan según el mismo principio. Sus afirmaciones son tan vagas que atraen confirmaciones como un imán:
En las próximas semanas usted vivirá momentos tristes
O:
A medio plazo aumentará la presión de devaluación sobre el dólar.
¿Qué significa «a medio plazo»? ¿Qué significa «presión de devaluación»? ¿Devaluación respecto a qué? ¿Al oro, al yen, a los pesos, al precio de la vivienda en Berlín, la precio de las salchichas?
Las convicciones religiosas y filosóficas, por su vaguedad, son un fabuloso caldo de cultivo para el sesgo de confirmación. Los creyentes ven confirmado a cada paso que la virgen les ayuda. Que no se presente directamente -excepto a analfabetos en desiertos y aldeas remotas, pero nunca en una ciudad como Fráncfort o Nueva York- evidencia lo fuerte que es el sesgo de la confirmación. Incluso la objeción más irrefutable se descarta tamizándola.
Leí la siguiente noticia: «Google tiene tanto éxito porque la empresa vive una cultura de la creatividad.» El periodista seguro escogió dos o tres empresas que también viven la creatividad y que triunfan (prueba confirmatoria). Pero no se toma la molestia de desenterrar pruebas refutatorias, es decir, de buscar aquellas empresas que mantienen una cultura de la creatividad y no tienen éxito; o las que tienen éxito pero no cultivan la creatividad. De ambos tipos hay un montón, pero el periodista lo pasa por alto a propósito.
Siguiendo el mismo principio se escriben libros de éxito y autoayuda. Se sirven las teorías más banales, algo así como: «La meditación es la llave de la felicidad». Naturalmente, el sabio autor ofrece montañas de ejemplos que lo confirman. Por el contrario, se buscan pruebas refutatorias en vano: gente que es feliz sin meditación y gente que, pese a la meditación, es infeliz. Es lamentable cuántos lectores caen en esa clase de libros.
Internet facilita juntarse con personas afines. Leemos blogs que refuerzan nuestras teorías. La personalización de noticias se encarga de que las opiniones contrarias no aparezcan de entrada en nuestra pantalla de radar. Nos movemos cada vez más en comunidades de semejantes que refuerzan el sesgo de confirmación.
¿Cómo podemos protegernos? Una frase de Arthur Quiller-Couch resulta útil:
Asesina a tus amigos
El crítico literario se dirigía así a aquellos escritores a los que les suele costar mucho tachar frases que, si bien son bellas, también son superfluas. El llamamiento de Quiller-Couch no solo sirve para los escritores vacilantes, sino para todos nosotros.
Conclusión: lucha contra el sesgo de confirmación. Anota tus dogmas -ya sea respecto a la ideología, las inversiones, el matrimonio, la salud, las dietas, la carrera profesional- y busca la prueba refutatoria.