¿Te has reservado alguna vez tu opinión en una reunión?
Seguro que sí. No se dice nada, se asiente con la cabeza a la moción, al fin y al cabo no se quiere ser el (eterno) aguafiestas. Además, quizá no está del todo seguro de su opinión discrepante y los demás, con su opinión unánime, tampoco son tontos. Así que uno se calla. Cuando todos se comportan así, aparece el «pensamiento grupal»:
Así se llega a decisiones que cada miembro individual del grupo habría rechazado en condiciones normales. El pensamiento grupal es un caso especial de la prueba social, un error de lógica.
En marzo de 1960 el servicio secreto norteamericano organizó a los cubanos anticomunistas en el exilio para movilizarlos contra el régimen de Fidel Castro. Dos días después de la asunción del cargo, en enero de 1961, el presidente Kennedy fue informado del plan secreto para invadir Cuba. A principios de abril de 1961 tuvo lugar el encuentro decisivo en la Casa Blanca. Kennedy y sus asesores aprobaron el plan de invasión. El 17 de abril de 1961 aterrizó una brigada de 1.400 cubanos exiliados con la ayuda de la CIA, la marina y la fuerza aérea de Estados Unidos en la bahía de Cochinos, en la costa sur de Cuba. Objetivo:
Derrocar el régimen de Fidel Castro
Nada funcionó según lo previsto. El primer día ni uno solo barco con refuerzos alcanzó la costa. Los dos primeros fueron hundidos por los aviones cubanos, los otros dos dieron la vuela y huyeron. Tan solo un día después toda la brigada estaba completamente rodeada por el ejército de Castro. Al tercer día los 1.200 combatientes supervivientes fueron detenidos y encerrados en campos de prisioneros.
La invasión de Bahía de Cochinos sirve de ejemplo de uno de los mayores fiascos de la política exterior estadounidense. Lo sorprendente no es que la invasión saliera mal, sino que llegara a ejecutarse un plan tan absurdo. Todas las suposiciones que hablaban a favor de esta invasión eran falsas. Por ejemplo, se subestimó por completo la capacidad de la fuerza aérea cubana. También se contaba con que los 1.400 cubanos exiliados podrían esconderse en caso necesario en la Sierra de Escambray y, desde allí, organizar una fuerza guerrillera contra Castro. Un vistazo a un mapa de Cuba habría mostrado que el lugar para ocultarse estaba a 150 kilómetros de la bahía de Cochinos y que en medio había una zona pantanosa infranqueable. Y aun así, Kennedy y sus asesores se encontraban entre los hombres más inteligentes que jamás ha reunido un gobierno estadounidense. ¿Qué salió mal entre enero y abril de 1961?
El comportamiento en grupo asume:
- Los miembros de un grupo conspirador desarrollan un «espíritu de cuerpo» en el que construyen ilusiones
- Inconscientemente, una de esas ilusiones es la creencia en la capacidad de salir ilesos: «Si nuestro líder y el grupo están convencidos, el plan funciona»
- La ilusión de la unanimidad: «Si todos tienen otra opinión, debe de ser que mi opinión discrepante está equivocada». Nadie quiere ser el aguafiestas
- Al final, uno se alegra de pertenecer a un grupo. Poner objeciones significar la exclusión del grupo
El pensamiento grupal también aparece en la economía. Un ejemplo clásico es la quiebra de Swissair en 2001. En esta empresa un grupo de asesores en trono al director ejecutivo, empujados por los éxitos anteriores, consolidaron un consenso tan fuerte que las opiniones discrepantes respecto a la arriesgadísima estrategia de expansión no se exteriorizaban en absoluto.
Conclusión: Siempre que se encuentre en un grupo conspirador con un fuerte consenso, expresa tu opinión sin falta, aunque tus palabras no sean bienvenidas. Indaga las suposiciones no dichas. Si fuera necesario, arriesga tu expulsión del cálido regazo del grupo. Y en caso de seguir a un grupo, designa a alguien como abogado del diablo. No será la persona más querida del grupo, pero quizá sí la más importante.